Raimon Argemí

AESA

Existe hoy un debate lícito sobre si, en un futuro próximo en el que la generación eléctrica procederá principalmente de fuentes renovables (eólica, fotovoltaica y, en menor medida, hidráulica), la biomasa deberá ser empleada exclusivamente para la producción de energía térmica o, por el contrario, tiene también sentido energético y económico su empleo para la producción de energía eléctrica.

Efectivamente, en dicho marco energético puede ocurrir que sea más “difícil” obtener energía primaria para la producción de calor de alta temperatura que para la propia obtención de electricidad: “si ya disponemos de electricidad de forma masiva ¿para qué utilizar biomasa para producir más electricidad? Los combustibles neutros en carbono (biomasa) serán un bien escaso y preciado, que deberá utilizarse para la producción de calor de alta temperatura”.

La respuesta es que la biomasa deberá seguir utilizándose para producir electricidad, porque no tendremos manera de gestionar la energía obtenida del viento, el sol o la lluvia, y en los momentos en que estas fuentes falten, otros generadores gestionables deberán substituirlos (plantas de biomasa, ciclos combinados y, evidentemente, cogeneraciones).

La cogeneración, ya sea empleando un combustible fósil o uno neutro en carbono, es la tecnología más eficiente para la transformación energética de un combustible, con rendimientos eléctricos equivalentes del orden del 90%, frente a los rendimientos eléctricos en el entorno del 40% a los que podemos llegar con plantas de “biomasa eléctrica”.

Ante esta evidencia ¿por qué hay relativamente pocas cogeneraciones con biomasa y, además, son de pequeña potencia? Las instalaciones basadas en biomasa presentan importantes economías de escala. Esto hace, en el ámbito de las subastas de biomasa, solamente las plantas de más de 20 MWe hayan podido ser construidas. Por otra parte, una cogeneración eficiente con biomasa presentará una relación electricidad/calor del orden en el entorno de 0.1 a 0.2, con lo que para llegar a estas potencias se necesitarían demandas de calor, por lo menos, de unos 100 MWt (130 t/h de vapor) y volúmenes de biomasa difícilmente conseguibles y gestionables para un solo emplazamiento. Primera conclusión: una cogeneración eficiente con biomasa raramente superará los 5 MWe. Su rentabilidad quedará justificada en la medida en que una planta de biomasa solo térmica sea también viable.

Si la cogeneración, por definición, está asociada a una demanda térmica ¿puede ser realmente gestionable? ¿ Qué elementos debe incluir para serlo? La gestionabilidad implica la posibilidad de parar y arrancar con independencia de la demanda térmica. Es fácil para una turbina de vapor y mantener en servicio la caldera de biomasa, entregando vapor a través del bypass. Por el contrario, no es tan fácil generar electricidad de forma eficiente si no hay consumo de vapor. Para ello será necesario disponer de sistemas de acumulación térmica de alta temperatura, hoy todavía en desarrollo.